La toná es uno de los palos flamencos más antiguos y primitivos, perteneciente al grupo de los *cantes a palo seco*, es decir, aquellos que se interpretan sin acompañamiento musical, solo con la voz del cantaor. Su origen se remonta a los primeros cantes flamencos, y se caracteriza por su gran profundidad y dramatismo.
Las tonás son cantes libres, sin un compás fijo, y suelen expresar sentimientos de dolor, soledad o sufrimiento. Se consideran cantes matrices, de los que derivan otros palos flamencos, como las *seguiriyas* y las *martinetes*. En el ámbito flamenco, se les tiene un respeto especial debido a su pureza y antigüedad.