La elección de la guitarra flamenca

Elegir una guitarra flamenca es casi como elegir un compañero de viaje: no se trata solo de que “suene bien”, sino de que te sientas identificado con ella y que te invite a tocar. Te resumo cómo suele hacerse este proceso cuando uno busca “la guitarra que se queda contigo”:


1. Sentirte cómodo primero

  • Postura y tamaño: Siéntate con ella como si estuvieras en tu casa tocando. Una buena flamenca debe ser ligera (en torno a 1,2–1,5 kg), con caja fina y mástil cómodo. Si te cansas o te incomoda, por muy buena que sea, no es tu guitarra.
  • Acción de cuerdas: En flamenco, la acción baja (3–3,2 mm en el traste 12) facilita rasgueos y picados rápidos. Si te cuesta pulsar o te trastea demasiado, no hay comodidad.

2. Que te invite a tocar

  • Respuesta inmediata: Una buena flamenca “responde” rápido: el sonido sale sin esfuerzo, sobre todo en picado y alzapúa.
  • Proyección y matiz: Que puedas tocar bajito en una falseta íntima y que cuando ataques fuerte te dé esa pegada flamenca sin perder limpieza.
  • Que te enamore: Si empiezas a probar falsetas, te pierdes tocando y no piensas en devolverla al soporte, esa guitarra habla tu idioma.

3. La elección de maderas

  • Tapa: Casi siempre abeto alemán (más brillo y ataque) o cedro (más cálido y lleno). Para flamenco tradicional, abeto es lo habitual.
  • Aros y fondo: Ciprés español si buscas el sonido flamenco clásico: seco, rápido, con “quejío”. Si quieres una flamenca más “moderna” y cercana a la clásica, el palosanto aporta más graves y sustain.
  • Mástil y diapasón: Cedro en mástil (por ligereza) y ébano en diapasón por resistencia.

4. Un buen constructor (luthier)

  • Que entienda tu toque: No todos los luthieres hacen flamencas “de verdad”. Un buen constructor escucha cómo tocas y ajusta medidas, acción y respuesta según ti.
  • Relación personal: Es importante que te “quiera” como cliente, que le interese lo que buscas, que te permita probar y ajustar sin prisas. Muchos guitarreros grandes afinan detalles después de la entrega si hace falta.

5. La conexión emocional

  • Que la necesites: Cuando tocas y piensas “esta guitarra me hace tocar mejor”, es la correcta.
  • Que sea tu voz: Si al tocarla reconoces tu propio estilo y ella te lo devuelve amplificado, esa es tu compañera.

Si la guitarra no está afinada, no hay arte que valga.

La afinación no es un detalle técnico: es el alma de la guitarra. Puedes tener los dedos más rápidos del mundo, pero si las cuerdas no están en su sitio, todo se convierte en ruido. Y en el flamenco, donde cada matiz, cada lamento, cada rasgueo lleva una emoción, una historia, una pena o una alegría… la afinación es sagrada.

Para el concierto. No importa lo que piense el público, lo que piense el crítico o el empresario. Si  el sonido no es limpio, verdadero, entonces no puedos tocar con el corazón. Y si no tocas con el corazón, mejor no toques.

La guitarra es como un caballo salvaje. Si no la domas desde la afinación, te lleva a donde ella quiere, no a donde tú sueñas.

Así que afina. Siempre. Y no sólo con el oído… también con el alma.